Estaba viviendo en Cuernavaca, en un internado de monjas, al que me habia enviado mi hermana, cuando ya no pudo hacerse cargo de cuidarme, habia tenido que dejar mi querido Texcoco, mis vaquitas y mis gallinas, pero no todo era tristeza, tambien habia dejado a un mal pretendiente, era un junior algo imprudente, y muy insistente, queria que fuese su novia.
Se habia entercado, y no queria darse por vencido, me buscaba todo el tiempo, y no sabia como librarme de el, no hasta entonces, pense que la distancia seria muy util, los primeros dias fueron dificiles, acostumbrarme a la disciplina de las monjas es duro, estuve tan ocupada que ni siquiera pense en el en la primer semana, hasta que el primer domingo, las internadas teniamos que ir a misa a la catedral en la tarde, saliamos de nuestros aposentos y caminamos el corto trayecto, la misa paso rapido y quedabamos libres para hacer lo que quisieramos, una compañera y yo saliamos de la iglesia, cuando vi a mi pretendiente, limpiando su carro junto a la entrada de Catedral.
Mi susto fue grande, me escondi, con mi compañera nos regresamos a la Catedral y salimos por la entrada del otro lado, nos fuimos directo al internado, pude escabullirme sin problemas, o eso pense...
Un par de horas despues, recibi una llamada telefonica, era de mi hermana, me hablaba para avisarme que mi pretendiente habia muerto, al estrellarse contra un arbol, que en esos momentos lo estaban velando.
-¡Pero eso era imposible!, lo habia visto hacia apenas un par de horas.
-No a esa hora habia muerto.
Asustada fui con una de las hemanas, hablamos y en la misa de esa noche se pidio por su alma.
Jamas lo volvi a ver, pero fue evidente que el se habia venido a despedir, que en paz descansara su alma.
Historias de personas que se aparecen a sus conocidos o familiares en el momento de su muerte son muy comunes, desde hace muchos años, la primera que escuche, fue de un joven que murio en la Guerra de Crimea, en ese momento, su madre lo vio parado junto a su cama; la mas reciente, casi la misma historia, pero de Afghanistan, ciertamente que los jovenes que mueren en combate, lo hacen llamando a su mama, y quiza esa extraordinaria necesidad haya sido el origen de estas historias.
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