viernes, 31 de diciembre de 2010

Antigua Escuela de Medicina

Anécdota de estudiantes
Ha tiempo fui a ver una exposición en la Antigua Escuela de Medicina; es un local en donde se escribieron cientos de historias y leyendas, basta pararse en la entrada para sentir los lamentos y alegrías de unos y otros seres.
Sinceramente al entrar a la antigua Escuela sentí como se comunican cientos de seres que aún vagan por ese lugar, unos, los mas, padecen como ellos lo dicen con justicia pues han de pagar los quebrantos que en vida hicieron, otros piden venganza, los mas dicen ser inocentes y muchos más comentan ignorar la causa de su penar.
Uno de ellos es el que acude a mi mente cuando fui al citado lugar y a la entrada a mano derecha yace de muestra un cadáver perfectamente señaladas sus partes, fue ahí en donde el jóven Cristóbal de Barona llegó a mi mente.
Al dicho local, se le conocía como Establecimiento de Ciencias Médicas. Sus salones eran amplios y eran anexos a los salones del Hospital. El que era destinado a anfiteatro anatómico estaba en un rincón entonces descuidado. Ahí yacían en cuatro o cinco mesas el mismo número de cadáveres, para que los estudiantes hicieran sus prácticas de disección.
El joven Cristóbal de Barona era un muchacho común y corriente, pero sus compañeros quisieron jugarle una broma. Después de haber terminado sus lecciones, al estar todos juntos en la puerta del Hospital y al pasar una de tantas jóvenes doncellas que a rezar el Rosario acudían, su espiritu alegre y despreocupado estaba siempre pronto a dirigir una flor o piropo a la dama.
Esa vez dijo: “Anoche estuve soñando, que dos negros me mataban, eran tus ojos, doncella, que enojados me miraban.
Después continuaron con el estudio de Cuestiones Anatómicas, al apagar las velas con que se alumbraban bajaron al jardín del Hospital. Habiendo planeado sus compañeros la maldad, uno de ellos tocó el tema de los espiritus, de las almas en pena, Barona mordió el anzuelo, manifestó no creer en apariciones. Nunca – dijo- he visto algo mas que materia, el alma liberada sube como fluido a regiones mejores de donde no regresa.
Fue entonces que el malandrín que propuso la broma, dijo: ¡Oye Cristóbal, ya que eres tan valiente! ¿a que no te sometes a una prueba?.
Dime cual contestó.
Pues bien; ahora que den las doce de la noche y los sonidos de la Catedral lleguen a tus oidos, tu solo entrarás al anfiteatro y a cada sonora campanada, con éste martillo clavarás estos doce clavos en derredor de uno de estos cadáveres que están en las mesas del anfiteatro. Entrarás pocos minutos antes y pasado el último sonido, vendrás a buscarnos para que festejemos tu valor y entereza.
Asi se hará, dijo Barona, preparen guitarras y mandolinas para llevar gallo a mi bella Guiomar, mi novia.
Al tiempo fijado, la noche era mas obscura de lo normal. Cristobal esperaba cubierto con su amplia capa, junto a los restos mortales de un viejo tendido en una de las mesas.
No dejó de sentirse nervioso, pero con el martillo en la mano derecha y los doce clavos en la izquierda, solo esperaba las doce campanadas, para hacer rápidamente su encomienda.
Por fin.... a lo lejos suena la primer campanada del reloj de Catedral. Cristóbal clava el primer clavo con un fuerte martillazo, a la segunda campanada, el segundo y así sucesivamente. Al termino del doceavo clavo sonriente quiere alejarse del lúgubre lugar, pero.......... ¡no puede!, el jóven intenta de nuevo ...pero no puede alejarse, algo lo detiene, .......... para hacer mas tenebrosa la escena, los dientes del cadáver parecen brillar mas, no sabemos como un rayo de luna fue a dar a la cara del cadáver, para hacer mas tétrico el momento. Una congoja enorme hace presa al jóven de su espiritu y desmayado al fin cae a un lado de la mesa.
Hubo de pasar 30 minutos, para que sus compañeros con algo de risa todavía y otros ya algo preocupados, se mostraran dispuestos a entrar por el osado jóven. al hacerlo, encontraron a Barona perdida la razón, profiriendo incoherentes palabras y abrazado al cadáver.
La nerviosidad de Cristóbal hizo que no se fijara en que al golpear los clavos, su capa se hundió con ellos en la madera, quedando cogida su capa amplia. Por lo que, cuando quiso salir del recinto, le fue imposible tal maniobra

Asi fue y como tal la escribo
Requiem aeternam dona eis, Domine
Et luz perpetua luceat eis.
Requiescant in pace. Amen.

El presente escrito fue hecho por el Ing. Federico Juárez Andonaegui, agradezco personalmente la participacion de tan habil escritor.

miércoles, 13 de octubre de 2010

La ultima Bruja de Texcoco


Un evento increible, sucedio en Texcoco en 1948, los habitantes, asustados, comentaron por muchos años el suceso, a mi generacion se le heredo como la narracion de un suceso extraordinario, inconcebible.

El marido salia todos los dias a trabajar, se iba muy temprano, despues de despedirse con carinño de su esposa y sus hijos, no regresaba hasta que el dia hubiese avanzado, con hambre y cansado, sobre su mesa, moronga, como era usual, tal vez demasiado, esa era la especialidad culinaria de su esposa, y casi todos los dias era el plato principal.

Habian pasado años ya de que se hubiesen casado y tenian varios pequeños hijos, su vida parecia ordinaria, sin embargo habia pequeños detalles sutilmente diferentes...

Un dia amargo, un amigo suyo le habia hecho una grave confidencia, las personas decian que su esposa era bruja, la veian salir de noche a depredar a niños y animales, regresando en la madrugada a su casa, a la cama con su marido. No lo podia creer, no queria creerlo, cada vez mas personas lo señalaban con temor.

Una noche se quedo de acuerdo con su amigo y algunos pobladores, para comprobar si era real su sospecha, simulo quedarse dormido, y espero, poco antes de la medianoche sintio como su esposa se levantaba, escucho las suaves pisadas perderse en la cocina, unos cuantos ruidos y luego la puerta de la calle.

Su amigo toco suavemente a la ventana, estaba livido, entro a la casa, habia visto a la esposa convertirse en una bola de fuego y remontar los cielos; ambos fueron a la cocina, para ver que habia estado haciendo, encontraron el horno encendido, con un fuego tibio, al somarse a ver que habia adentro tuvieron que retroceder aterrorizados, cerca del fuego, dos piernas humanas, colocadas de tal forma que no las tocaran las llamas, pero que se mantuvieran calientes, ambos decidieron meterlas bien al fogon y quemarlas.

El regreso a la cama, su amigo a reunirse en las afueras con los pobladores, preparados para arremeter contra la bruja, en un rato llego una bola de fuego, que se transformo en la mujer, se escucho el sondido al entrar a la casa, y despues llanto, el doloroso llanto de una mujer, el marido se levanto y fue a la cocina, encontro a su mujer sentada en el piso llorando, pero al quererla ayudar a levantarse, se percato de que no tenia piernas, la dejo ahi y salio a solicitar la ayuda de los hombres ocultos fuera de la casa.

Todos entraron a la carrera, vieron el espectaculo, la agarraron y se la llevaron a la presidencia de Texcoco, donde las autoridades la encerraron en una celda, durante varias semanas se volvio un espectaculo publico, ir a ver a la Bruja, los testigos decian que donde habian estado las piernas, se veian los muñones perfectamente cerrados, como si nunca hubiesen existido las piernas. Nadie sabia bien que hacer con ella, ni el cura, que la conocia bien; finalmente decidieron que no podian mantenerla detenida, decidieron quemarla.

Los actos de fe habian desaparecido desde hacia tiempo, no se realizo ningun rito, simplemente se le quemo viva, sin que ninguna narracion se ponga de acuerdo, segun unos se quemo enfrente de la catedral, segun otros se quemo en la plaza mayor, en lo unico en que coinciden, es en que era bruja y su muerte fue el final de las calamidades que afectaban a los niños de Texcoco y los pueblos a su alrededor.

Esta historia la he escuchado de varias fuentes en Texcoco, una ciudad cercana al DF y que por muchos años fue el centro ganadero de la region, con pequeñas diferencias, no he tenido tiempo de buscar referencias historicas reales; son comunes en este tipo de historias las ideas de que las brujas comen sangre y que pueden quitarse y ponerse las piernas a voluntad, ademas de que viajan por el aire en forma de bolas de fuego.

Autor:  Sergio Antonio Tellez Morales

martes, 17 de agosto de 2010

El Guajolote



Todo esto sucedio en un lugar de la Sierra de Puebla, a un dia de camino a caballo de La Ceiba, habiamos ido de practicas a la zona, era una rancheria pobre, de casas de madera y suelo de tierra como tantas en la zona, habiamos llegado por la tarde y los habitantes nos habian pedido que nos quedaramos, una persona habia muerto en la zona y evidentemente tenian miedo, asi que les dimos de comer y beber a los caballos y nos dispusimos a acompañar a los dolientes al velorio, casi todos los habitantes se reunieron, se preparo comida y la discreta ceremonia con la que se vela a los recien difuntos.

Eran poco mas de las doce de la noche, cuando de repente se abrio una ventana, el golpe de viento apago las velas y todo quedo en la sombra, un enorme guajolote se paro en el quicio, tenebroso, amenazador, instintivamente cortamos y apuntamos, tres rafagas salieron de nuestras armas, y el guajolote volo, ¿como fue posible que con tal lluvia de balas no le dieramos a un blanco a pocos metros y bien delineado en la noche?, nunca lo sabremos, el resto del peloton llego corriendo, pero no se veia al ave por ninguna parte.

Esa noche no dormimos, todos nos mantuvimos en guardia, los habitantes del pueblo buscaron refugio con nosotros, esa noche la casa parecio un vagon de metro por la cantidad de gente que se quedo en ella, los pobladores, con miedo decian que era un nahual que habia ido por el alma del muerto, nosotros, con nuestra sofisticada cultura occidental, sabiamos que algo raro pasaba, pero no sabiamos que, los mas supersticiosos rezaban, los que solo creiamos en la fuerza de la armas nos manteniamos vigilantes.

En cuanto hubo suficiente luz, salimos a revisar los alrededores, bajo la ventana encontramos un charco de sangre, seguimos el rastro, junto con todos los pobladores, el camino de gotas de sangre nos llevo hasta una casa en una vereda del monte, famosa por que se decia que la señora que vivia ahi era bruja, entramos y su hermana nos dijo que su hermana estaba muy enferma, que se habia caido, sin embargo los pobladores envalentonados por tenernos entre ellos, entraron a la fuerza, y la encontraron muy mal herida, dos balas le habian dado, y estaba moribunda, expiro ese mismo dia.

El evento habia sido muy confuso, y aun no me lo logro explicar, es obvio que recibio algunas de las balas que disparamos, pero ¿como pudieron darle?, su casa no estaba en la direccion que disparamos, y el rastro de sangre indicaba que habia estado cerca de la ventana, pero ahi solo habia estado el guajolote, del que no encontramos el mas minimo rastro. Segun los habitantes ella era el guajolote que habia aparecido en la ventana.

Nos fuimos un par de dias despues, en medio del agradecimiento de los pobladores, en el largo camino iba meditabundo, las cosas que pasaron me habian dejado una gran inquietud, en la region de Veracruz donde habia crecido habia oido muchas historias de brujas y nahuales, pero en todas ellas se decia que eran inmunes a las balas, a las que se tenia que bendecir o colocar una cruz para que pudieran dañarlas, o de lo contrario las balas rebotaban a quien las disparaba, ¿que tal si ella habia estado escondida cerca, cuando el animal volo a la ventana?, pero en ese caso, porque no hallamos pisadas humanas o el cuerpo del guajolote, o la oimos quejarse, ademas, ni su casa, ni el camino de sangre estaban en la trayectoria parabolica que debieron seguir las balas que disparamos. Al llegar a los cuarteles en La Ceiba, mi reporte fue Sin Novedad, porque simplemente no pense que mis superiores me creyeran una sola palabra.

Esta es una de mis historias de Fantasmas favoritas, tiene una gran carga folkorica, muchas de sus referencias las he oido en una u otra parte de esta gran republica mexicana, donde las historias de los nahuales (seres humanos que se pueden transformar a voluntad en el animal que quieran) son muy comunes, o mas bien lo eran, hace mucho tiempo que ya no ando por esas regiones apartadas de la civilizacion.


Autor: Sergio Antonio Tellez Morales

Un encuentro con la Llorona

Era una noche de invierno, estabamos haciendo maniobras cerca de un pueblito de Veracruz llamado La Concha, a un compañero y a mi nos habia tocado controlar un cruce de caminos en la noche, en realidad no habia nada que hacer, eran los tiempos en que Mexico era tranquilo, la gente buena y las noches pacificas.

Estabamos parados en nuestra trinchera de costales, platicando de cualquier tonteria, eramos jovenes cadetes, nuestros fusiles de cerrojo colgando de nuestro hombro, si efectivamente, aun en los ochentas habia fusiles de ese tipo en Mexico, cuando vimos que algo se acercaba, la luna brillaba intensamente, llena, y podiamos ver el polvo azuloso del camino levantandose, de seguro alguien regresando tarde y rapido a casa, pero cuando la nube estuvo bien a la vista, no podiamos creer lo que veiamos:

Era un burro, que iba corriendo, pero sus pezuñas no tocaban el suelo, en su lugar parecia que corria sobre una nube de hojas y polvo, como si flotara, enmedio de una polvareda, nos quedamos congelados por un segundo, nos miramos uno al otro y salimos corriendo, nos aventamos a una zanja de un pequeño canal que corria junto a las milpas y nos arrastramos, en ese momento oimos un grito, como un gemido femenino, gutural y profundo, que hacia que una sensacion de miedo te recorriera la espalda.

Nos esperamos un rato, y salimos lentamente, viendo en todas direcciones, llenos de lodo, solo en ese momentos nos acordamos de nuestros fusiles, hasta entonces cortamos cartucho y los sujetamos firmemente, pero ya no se veia nada, la aparicion se habia desvanecido, no esperamos mas, nos fuimos casi corriendo a nuestro campamento base.

Al dia siguiente, les preguntamos a los habitantes del lugar, nos dijeron que era la Llorona, que se le aparecia por esos caminos, a los que se atrevian a andar ahi en la noche...

Esta narracion me la platico un amigo, en esas noches eternas de guardia que hay cuando uno es cadete, en que las historias de fantasmas animan las frias madrugadas.